Del circo político y la llegada al poder
Empresarios haciendo de funcionarios públicos y estos últimos ejecutando su mejor mutación hacia un bien más que privado en este país, que en retrospectiva, es un des-gobierno de familias que alaba la esclavitud del obrero y considera que tiene la capacidad moral para dialogar con una bestia que no posee ni el mínimo respeto por los jerarcas de la iglesia católica o las enfurecidas madres que dejaron las víctimas de esas fuerzas paramilitares.
Este circo opositor que ha monopolizado la participación ciudadana hasta llegar al descaro de llamar “divisionista” a aquel que no está del todo de acuerdo con las acciones o la propia inacción de una facción de tecnócratas que suelen ser pregonados por sus medios aliados a cada momento que se les da la mínima oportunidad.
Ya como que va siendo hora de dejar que los chavalos, adultos e incluso las víctimas que vivieron en carne propia la violencia estatal se puedan involucrar en una amplia oposición que al día de hoy parece que no ha lavado su cara en muchísimos años. Si no ceden aquellos que no actúan a favor de la inclusión y la transparencia, terminarán siendo purgados de estos espacios en los que se creen dueños de la verdad por tener algún traje bonito y/o palabras seductoras que presumen a diario en sus diferentes entrevistas.
Solo es preguntarse, ¿quién financia a estos grupos?, ¿por qué no hay otros personajes de cara al público?, ¿quienes conforman estas organizaciones?, ¿por qué debería de confiar plenamente en ellos?, ¿se ha utilizado correctamente el dinero de las donaciones captadas?, ¿por que mierdas no me escuchan?
Responder a un público invisibilizado por la represión gubernamental, atender las decepciones de una mayoría molesta por el zancudismo político e involucrarle en el proceso de democratización institucional es lo más aproximado a mostrar clemencia y empoderar a un pueblo que exige justicia e igualdad social.
De esto y mucho más en el más grande circo que conforma Nicaragua en sus períodos pre-electorales, teniendo como invitados especiales a los acaudalados de la nación, el pobre palmado que estira su salario a cómo su estómago aguante y a tantos sapos como piedras en el río para cada organización que realmente se pueda contar.